lunes, 25 de noviembre de 2013

Mis últimas y ansiosas 20 páginas

Capítulo 10
Perdidas la esperanzas hasta la muerte
La vieja gaviota se puso sobre la balsa y le hizo compañía durante toda la noche. Ésta le picoteaba la cabeza, pero no lo lastimaba, era como si lo estuvieran acariciando, estaban jugando entre ellos dos. Esta vez, ya no tenía deseos de comérsela pese al hambre por su experiencia con la anterior y por lo que le había dicho su amigo del barco que era indigno de un marinero matar a una gaviota.
Quiero morir”
Llegó el amanecer de su noveno día y aún no llegaba a tierra. Su cuerpo estaba en mal estado, su barba le había crecido hasta el cuello y su aspecto era lamentable. Entonces recordó todo el sufrimiento por el que había pasado los últimos días y se sintió desesperado. Decidió voltearse de espaldas al sol para exponer sus pulmones al sol y morir de asfixia. Ya no sentía nada, ni hambre, ni sed, ni dolor, sólo le vinieron recuerdos de experiencias con sus amigos. Un salto en la balsa lo hizo despertar de sus recuerdos y estaba estaba atardeciendo. Más tarde, apareció una enorme tortuga, cuyo rostro era terrorífico. El náufrago nunca supo si esto fue alucinación o realidad. Por el miedo que sentía surgió su reacción para luchar por su vida, pese a que en la mañana había elegido no seguir viviendo más.
La raíz misteriosa
Durante sus nueve días en el mar no había visto nada en la superficie, pero sin darse cuenta encontró una raíz enredada a los cabos de su balsa. Esto hizo que el náufrago pensase que era una señal de que estaba cerca de la costa. Se comió la raíz de olivo entera a pesar de su sabor a sangre, pero ésta no lo reconfortó nada. En su noveno día en el mar, pensó que nada mejor podía ocurrir que morir. Entonces se puso su medalla de la virgen del Carmen en la boca , comenzó a rezar y se sintió bien porque sabía que se estaba muriendo.
Capítulo 11
Al décimo día, otra alucinación: la tierra
Durante toda la noche, la más larga de todas para él , tuvo alucinaciones en las cuales recapitulaba una y otra vez los sucesos desde que cayó del barco, arrojado al mar. Su buena suerte impidió que cayera al mar en el mal estado que se encontraba, y no podía distinguir cuánto tiempo había pasado desde que estaba en el mar. La herida punzante en su rodilla y una fuerte fiebre lo hicieron recobrar conciencia de su cuerpo. Durante esta noche se arrepentía porque seguía vivo y no podía soportar más su dolor, también seguía con la idea de amarrase a la balsa.
¡Tierra!
Al amanecer, le pareció ver los perfiles de unas palmeras en la costa. Creyó que era otra alucinación, pero poco a poco se distinguía la tierra y las palmeras. Predijo que estaba a 2 kilómetros de la cosa, pero ya no tenía remos para luchar contra la corriente para ir hacia la costa porque los había perdido cuando la balsa se volteó. Tras un rato de remar se estaba acomodando cuando vio el perfil de la tierra.
Pero, ¿donde está la tierra?
Al cabo de estar remando buen rato se percató de que la balsa avanzaba hacia unos acantilados, y decidió nadar hasta la orilla, a pesar de su mal estado física y su debilidad como último recurso para salvarse. Pues resurgió su carácter oportunista que le da fuerza para luchar por su vida. Mientras nadaba, se le cayó al mar su medalla de la Virgen del Carmen, que se había desprendido de su cuerpo, pero alcanzó el fondo para recuperarla y la colocó entre sus dientes, para que no se le escapase. Después de un rato nadando dejó de ver la tierra y le entró miedo porque se pensaba que era un alucinación, también sintió miedo porque ya había avanzado mucho hacia la costa como para regresar a la balsa.
Capítulo 12
Una resurrección en tierra extraña
Después de nadar un buen rato volvió a ver la tierra. Su condición de nadador le ayudaron a llegar a la orilla, a pesar de su agotamiento, de su herida en la rodilla, de sus heridas en sus dedos y de su mal estado físico. Al llegar a la orilla sintió su afán de esperanza de vivir porque había pisado tierra, que para él era una sensación extraña después de su travesía. Cuando vio que hacía pie, tuvo que clavar manos y rodillas en la arena para llegar a la costa, puesto que la corriente le empujaba hacia adentro. Esto le costó mucho, pero, al principio, pensó que podían ser arenas movedizas y eso le ayudó a continuar a pesar de sus heridas, y al pensar esto se desesperó para llegar de una vez a la tierra.
Las huellas del hombre
Vio las palmeras llenas de cocos que le recordó a su sed, y trató de abrir uno con las llaves, pero no pudo y se enfadó. Al llegar a tierra firme buscó rastro de personas, hasta que escuchó un perro ladrar y dedujo que estaba en un lugar poblado. De pronto apareció una mujer de piel negra que caminaba con una olla de aluminio en la playa, y tras verla el náufrago pensó que estaba en Jamaica. Éste le pidió ayuda en inglés y la mujer se marchó aterrorizada.
El hombre, el barro y el perro
Posado en la arena pensó que iba a morir de angustia por lo que había sucedido. Después de un rato, escuchó a un perro ladrar nuevamente y un hombre blanco con un burro que se acercó a ayudarle. El náufrago trató de explicarle quién era, pero el hombre parecía desconocer la tragedia y le aseguró que iría al pueblo y volvería a por él. Alejandro Velasco le preguntó que en qué lugar estaban y le contestó que en Colombia. Pensó que en el momento que se encontró con el hombre que tenía una carabina en su poder, lo único que le faltaba era morir disparada, tras todo lo que había pasado en la travesía.
Capítulo 13
Seiscientos hombre me conducen a San Juan
El hombre no tardó en volver, y regresó acompañado por la joven negra que era su mujer. Le subieron a un burro y le llevaron a una casa que se encontraba por el camino que había encontrado el náufrago, donde lo tumbaron en la cama. Durante el trayecto Alejandro Velasco le pidió el machete al hombre que apareció para beberse un coco, pero él le dijo que no se lo dejaba porque debía de alimentarse cuando le revise un médico. Y cada poco tiempo, Las mujeres de la casa estuvieron alimentándolo a base de cucharadas de agua con azúcar y canela, a pesar de sus súplicas para que le dieran comida, pues sabían que alimentarlo sin un examen físico por parte de un doctor, podía haberse sentido fatal. Alejandro Velasco tenía muchas ganas de contar lo sucedido, pero tampoco le dejaron porque debía de recuperarse de su travesía.
Tragándose la historia
Poco a poco se fue recuperando y el náufrago sentía inmensos deseos de contar su aventura, pero en ese poblado desconocían la historia porque no llegaban los periódicos, no se escuchaban las noticias y sólo tenían una radio, pero al darle aviso al comisario de Mulatos, una multitud de curiosos , y hombres de la comisaría fueron a verlo para escoltarlo para llevarlo en una hamaca hasta Mulatos, el poblado más cercano a la civilización y en el que se encontraba un médico.
El cuento de fakir
Tras pasar una noche allí, le volvieron a trasladar, esta vez acompañado por todos sus habitantes, hasta el pueblo más cercano en el que había un médico. Éste le comunicó que había una avioneta esperándole que le llevaría a Bogotá, donde le esperaba su familia. Alejandro Velasco se había sentido como un Fakir (Alguien famoso o poderoso), que había visto en años anteriores, tras una experiencia en la que la gente hacía cola para verlo.
Capítulo 14
Mi heroísmo consistió en no dejarme morir
El náufrago de pronto se convirtió en un héroe al que todos le pedían que contara su historia que consistía en lo ocurrido durante su travesía. El no se consideraba como un héroe por estar diez días naufragando en el mar porque el sentía que era el mismo, ya que él no ha cambiado antes, durante o después de la travesía. Al llegar a Bogotá lo llevaron a un hospital militar para ser examinado. Durante su estancia en el hospital militar, Alejandro Velasco tenía un guardia que lo escoltaba día y noche de que nadie se le acercara, especialmente los reporteros, ya que no se le permitía hablar con la prensa. Un reportero llegó a disfrazarse de psiquiatra para hablar con él. Sólo se le permitía hablar con su padre, los médicos y los guardias.
Historia de un reportaje
En uno de sus últimos días en el hospital fue a visitarlo un reportero disfrazado de doctor psiquiatra, quien logró burlar las autoridades pertinentes. El reportero le pidió a Alejandro Velasco que dibujara un buque y una casa, e intentó realizar varias preguntas, pero el guardia se lo prohibió debido a que sospechaba de su falsa identidad. Al día siguiente aparecieron estos dibujos como la portada de una revista. Le dijeron que podía demandarlos, pero le pareció simpático que alguien se disfrazara para entrevistarlo.
El negocio del cuento
Lo que había hecho el reportero en el hospital le ofrecía una idea de lo famoso que se había convertido, incluso recibió conmemoraciones, tras ser un ejemplo de vida. El náufrago se había convertido en héroe nacional por la hazaña que había realizado. Él no creía que era un héroe porque se consideraba como una persona normal y cotidiana de la vida. Descubrió que se había convertido en un negocio, ya que le ofrecían dinero para contar su historia en la radio y en la TV así como para trabajar en la publicidad para anunciar artículos como lo zapatos que llevaba durante la travesía y otros muchos más objetos. Algunas personas creen que su historia es una invención, pero el naufrago les responde que sino qué pudo hacer durante diez días en el mar.
*A partir de que Alejandro Velasco empezó a tomar las cucharadas de agua y azúcar, y de canela se sintió cada vez mejor y recuperado de su larga travesía.
*Cada capítulo de este libro posee dentro de sí apartados que narran la historia de Alejandro Velasco durante su naufragio.
Impresiones

Con respecto a las últimas 20 páginas, el libro me ha parecido que ha tenido un magnífico y fantástico final porque tras el naufragio al menos recibió Alejandro Velasco su fruto que consistía es la vida, aparte de su fama o heroicidad. Aparece como un buen final el propuesto por el autor, tras la constante lucha de vivir del náufrago. El desenlace de la travesía de Alejandro Velasco ha pasado más rápido que durante o al principio de ella porque ya no hablaba del minuto a minuto como lo hacía antes, sino desde el anochecer hasta el atardecer o amanecer.  El final me lo esperaba entre comillas, pero el autor hizo que me intrigara por el paradero final del náufrago, lo que hizo que me enganchara al libro.

1 comentario:

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