lunes, 25 de noviembre de 2013

Mis impresiones finales

El libro me ha parecido fantástico porque cuenta la historia de un náufrago, cuya cuestión sobre un naufragio se la ha planteado la mayoría del mundo, preguntándose: ¿Qué harías?, ¿Cómo te sentirías?,...... Una de las cosas más buenas de la historia es que Alejandro Velasco ante las adversidades como su estado mal físico encontraba la razón de la esperanza de vivir por medio de alucinaciones o hechos reales. El transcurso del libro ha sido rápido en cuestión de que al contar una historia se cuenta muchas veces minuto a minuto como sucedía al principio del libro, pero tras el paso del tiempo y de las páginas se ha ido detallando menos la historia y siendo más corta o ligera. Sinceramente me leería otro libro que se basaría en la segunda parte de éste porque su vida después del naufragio sería muy interesante. Pienso que el final correcto del libro era el propuesto por el autor debido a que encontró los beneficios por parte del naufragio en el mar durante 10 días por parte de Alejandro Velasco. Ojalá hubiesen libros tan entretenidos como este en la lectura obligatoria propuesta por el departamento de Lengua Castellana y Literatura de mi centro porque he tenido malas experiencias con los libros que me habían marcado en un futuro. En mi opinión, es un final esperado y feliz como en las buenas historias.

Mis últimas y ansiosas 20 páginas

Capítulo 10
Perdidas la esperanzas hasta la muerte
La vieja gaviota se puso sobre la balsa y le hizo compañía durante toda la noche. Ésta le picoteaba la cabeza, pero no lo lastimaba, era como si lo estuvieran acariciando, estaban jugando entre ellos dos. Esta vez, ya no tenía deseos de comérsela pese al hambre por su experiencia con la anterior y por lo que le había dicho su amigo del barco que era indigno de un marinero matar a una gaviota.
Quiero morir”
Llegó el amanecer de su noveno día y aún no llegaba a tierra. Su cuerpo estaba en mal estado, su barba le había crecido hasta el cuello y su aspecto era lamentable. Entonces recordó todo el sufrimiento por el que había pasado los últimos días y se sintió desesperado. Decidió voltearse de espaldas al sol para exponer sus pulmones al sol y morir de asfixia. Ya no sentía nada, ni hambre, ni sed, ni dolor, sólo le vinieron recuerdos de experiencias con sus amigos. Un salto en la balsa lo hizo despertar de sus recuerdos y estaba estaba atardeciendo. Más tarde, apareció una enorme tortuga, cuyo rostro era terrorífico. El náufrago nunca supo si esto fue alucinación o realidad. Por el miedo que sentía surgió su reacción para luchar por su vida, pese a que en la mañana había elegido no seguir viviendo más.
La raíz misteriosa
Durante sus nueve días en el mar no había visto nada en la superficie, pero sin darse cuenta encontró una raíz enredada a los cabos de su balsa. Esto hizo que el náufrago pensase que era una señal de que estaba cerca de la costa. Se comió la raíz de olivo entera a pesar de su sabor a sangre, pero ésta no lo reconfortó nada. En su noveno día en el mar, pensó que nada mejor podía ocurrir que morir. Entonces se puso su medalla de la virgen del Carmen en la boca , comenzó a rezar y se sintió bien porque sabía que se estaba muriendo.
Capítulo 11
Al décimo día, otra alucinación: la tierra
Durante toda la noche, la más larga de todas para él , tuvo alucinaciones en las cuales recapitulaba una y otra vez los sucesos desde que cayó del barco, arrojado al mar. Su buena suerte impidió que cayera al mar en el mal estado que se encontraba, y no podía distinguir cuánto tiempo había pasado desde que estaba en el mar. La herida punzante en su rodilla y una fuerte fiebre lo hicieron recobrar conciencia de su cuerpo. Durante esta noche se arrepentía porque seguía vivo y no podía soportar más su dolor, también seguía con la idea de amarrase a la balsa.
¡Tierra!
Al amanecer, le pareció ver los perfiles de unas palmeras en la costa. Creyó que era otra alucinación, pero poco a poco se distinguía la tierra y las palmeras. Predijo que estaba a 2 kilómetros de la cosa, pero ya no tenía remos para luchar contra la corriente para ir hacia la costa porque los había perdido cuando la balsa se volteó. Tras un rato de remar se estaba acomodando cuando vio el perfil de la tierra.
Pero, ¿donde está la tierra?
Al cabo de estar remando buen rato se percató de que la balsa avanzaba hacia unos acantilados, y decidió nadar hasta la orilla, a pesar de su mal estado física y su debilidad como último recurso para salvarse. Pues resurgió su carácter oportunista que le da fuerza para luchar por su vida. Mientras nadaba, se le cayó al mar su medalla de la Virgen del Carmen, que se había desprendido de su cuerpo, pero alcanzó el fondo para recuperarla y la colocó entre sus dientes, para que no se le escapase. Después de un rato nadando dejó de ver la tierra y le entró miedo porque se pensaba que era un alucinación, también sintió miedo porque ya había avanzado mucho hacia la costa como para regresar a la balsa.
Capítulo 12
Una resurrección en tierra extraña
Después de nadar un buen rato volvió a ver la tierra. Su condición de nadador le ayudaron a llegar a la orilla, a pesar de su agotamiento, de su herida en la rodilla, de sus heridas en sus dedos y de su mal estado físico. Al llegar a la orilla sintió su afán de esperanza de vivir porque había pisado tierra, que para él era una sensación extraña después de su travesía. Cuando vio que hacía pie, tuvo que clavar manos y rodillas en la arena para llegar a la costa, puesto que la corriente le empujaba hacia adentro. Esto le costó mucho, pero, al principio, pensó que podían ser arenas movedizas y eso le ayudó a continuar a pesar de sus heridas, y al pensar esto se desesperó para llegar de una vez a la tierra.
Las huellas del hombre
Vio las palmeras llenas de cocos que le recordó a su sed, y trató de abrir uno con las llaves, pero no pudo y se enfadó. Al llegar a tierra firme buscó rastro de personas, hasta que escuchó un perro ladrar y dedujo que estaba en un lugar poblado. De pronto apareció una mujer de piel negra que caminaba con una olla de aluminio en la playa, y tras verla el náufrago pensó que estaba en Jamaica. Éste le pidió ayuda en inglés y la mujer se marchó aterrorizada.
El hombre, el barro y el perro
Posado en la arena pensó que iba a morir de angustia por lo que había sucedido. Después de un rato, escuchó a un perro ladrar nuevamente y un hombre blanco con un burro que se acercó a ayudarle. El náufrago trató de explicarle quién era, pero el hombre parecía desconocer la tragedia y le aseguró que iría al pueblo y volvería a por él. Alejandro Velasco le preguntó que en qué lugar estaban y le contestó que en Colombia. Pensó que en el momento que se encontró con el hombre que tenía una carabina en su poder, lo único que le faltaba era morir disparada, tras todo lo que había pasado en la travesía.
Capítulo 13
Seiscientos hombre me conducen a San Juan
El hombre no tardó en volver, y regresó acompañado por la joven negra que era su mujer. Le subieron a un burro y le llevaron a una casa que se encontraba por el camino que había encontrado el náufrago, donde lo tumbaron en la cama. Durante el trayecto Alejandro Velasco le pidió el machete al hombre que apareció para beberse un coco, pero él le dijo que no se lo dejaba porque debía de alimentarse cuando le revise un médico. Y cada poco tiempo, Las mujeres de la casa estuvieron alimentándolo a base de cucharadas de agua con azúcar y canela, a pesar de sus súplicas para que le dieran comida, pues sabían que alimentarlo sin un examen físico por parte de un doctor, podía haberse sentido fatal. Alejandro Velasco tenía muchas ganas de contar lo sucedido, pero tampoco le dejaron porque debía de recuperarse de su travesía.
Tragándose la historia
Poco a poco se fue recuperando y el náufrago sentía inmensos deseos de contar su aventura, pero en ese poblado desconocían la historia porque no llegaban los periódicos, no se escuchaban las noticias y sólo tenían una radio, pero al darle aviso al comisario de Mulatos, una multitud de curiosos , y hombres de la comisaría fueron a verlo para escoltarlo para llevarlo en una hamaca hasta Mulatos, el poblado más cercano a la civilización y en el que se encontraba un médico.
El cuento de fakir
Tras pasar una noche allí, le volvieron a trasladar, esta vez acompañado por todos sus habitantes, hasta el pueblo más cercano en el que había un médico. Éste le comunicó que había una avioneta esperándole que le llevaría a Bogotá, donde le esperaba su familia. Alejandro Velasco se había sentido como un Fakir (Alguien famoso o poderoso), que había visto en años anteriores, tras una experiencia en la que la gente hacía cola para verlo.
Capítulo 14
Mi heroísmo consistió en no dejarme morir
El náufrago de pronto se convirtió en un héroe al que todos le pedían que contara su historia que consistía en lo ocurrido durante su travesía. El no se consideraba como un héroe por estar diez días naufragando en el mar porque el sentía que era el mismo, ya que él no ha cambiado antes, durante o después de la travesía. Al llegar a Bogotá lo llevaron a un hospital militar para ser examinado. Durante su estancia en el hospital militar, Alejandro Velasco tenía un guardia que lo escoltaba día y noche de que nadie se le acercara, especialmente los reporteros, ya que no se le permitía hablar con la prensa. Un reportero llegó a disfrazarse de psiquiatra para hablar con él. Sólo se le permitía hablar con su padre, los médicos y los guardias.
Historia de un reportaje
En uno de sus últimos días en el hospital fue a visitarlo un reportero disfrazado de doctor psiquiatra, quien logró burlar las autoridades pertinentes. El reportero le pidió a Alejandro Velasco que dibujara un buque y una casa, e intentó realizar varias preguntas, pero el guardia se lo prohibió debido a que sospechaba de su falsa identidad. Al día siguiente aparecieron estos dibujos como la portada de una revista. Le dijeron que podía demandarlos, pero le pareció simpático que alguien se disfrazara para entrevistarlo.
El negocio del cuento
Lo que había hecho el reportero en el hospital le ofrecía una idea de lo famoso que se había convertido, incluso recibió conmemoraciones, tras ser un ejemplo de vida. El náufrago se había convertido en héroe nacional por la hazaña que había realizado. Él no creía que era un héroe porque se consideraba como una persona normal y cotidiana de la vida. Descubrió que se había convertido en un negocio, ya que le ofrecían dinero para contar su historia en la radio y en la TV así como para trabajar en la publicidad para anunciar artículos como lo zapatos que llevaba durante la travesía y otros muchos más objetos. Algunas personas creen que su historia es una invención, pero el naufrago les responde que sino qué pudo hacer durante diez días en el mar.
*A partir de que Alejandro Velasco empezó a tomar las cucharadas de agua y azúcar, y de canela se sintió cada vez mejor y recuperado de su larga travesía.
*Cada capítulo de este libro posee dentro de sí apartados que narran la historia de Alejandro Velasco durante su naufragio.
Impresiones

Con respecto a las últimas 20 páginas, el libro me ha parecido que ha tenido un magnífico y fantástico final porque tras el naufragio al menos recibió Alejandro Velasco su fruto que consistía es la vida, aparte de su fama o heroicidad. Aparece como un buen final el propuesto por el autor, tras la constante lucha de vivir del náufrago. El desenlace de la travesía de Alejandro Velasco ha pasado más rápido que durante o al principio de ella porque ya no hablaba del minuto a minuto como lo hacía antes, sino desde el anochecer hasta el atardecer o amanecer.  El final me lo esperaba entre comillas, pero el autor hizo que me intrigara por el paradero final del náufrago, lo que hizo que me enganchara al libro.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Otras 20 páginas más

Capítulo 5
Yo tuve un compañero a bordo de la balsa
El náufrago llevaba exactamente 24 horas en la balsa. Alejandro Velasco agitó su camiseta porque avistó aviones (los puntos negros en el horizonte), tras aparecer aviones pensaba que le iban a rescatar en unas horas. Se sintió desesperado y comenzó a torturarle la sed. Se cubrió con la camisa húmeda la cara y se recostó boca arriba de la balsa para proteger sus pulmones del sol, consejo que adquirió por las clases de un instructor. Escuchó un avión aproximarse y éste sí volaba a menor altura que los anteriores y directo hacia la balsa. Pudo ver que el avión pertenecía a los guardacostas y había visto a una persona con prismáticos se había percatado de la presencia del náufrago cuando estaba agitando su camisa.
!Me habían visto¡
Volvió a pasar el mismo avión de antes, pensó con certeza de que le habían observado y agitó más lentamente su camiseta. Definitivamente el avión se fue. Seguro de haber sido descubierto, pensó que lo rescatarían en una hora. Las horas pasaron y de un salto cayó en el centro de la balsa y apareció una aleta de un tiburón por la borda. Se dio cuenta de donde salían y hacia donde iban, lo que hizo que dedujera que salían de Cartagena e iban hacia Panamá, lo que hizo que remara hacia esa dirección. La sed le seguía apretando y cada vez se veía más desesperado.
Los tiburones llegan a las cinco
Se acercan tiburones a la balsa, llegaron alrededor de las cinco de la tarde. Al atardecer se marcharon y llegaron infinidad y diversidad de peces que nadaban alrededor de la balsa.
Cuando veía algún resto de pescado devorado por un tiburón, sentía que era capaz de vender su alma con tal de obtener un solo bocado. Alejandro Velasco dedujo que los tiburones únicamente aparecían solo a las cinco de la tarde y cuando empezaba el atardecer se marchaban. Aquella era su segunda noche de desesperación debido a la sed y hambre que poseía y aunque se sentía un poco débil, no estaba agotado. A pesar de no haber dormido en la noche anterior, tenía fuerzas para dirigirse hacia la Osa Menor en la que se encontraba una localización que conocía.
Un compañero en la balsa
A lo largo de la noche se encontraba con la aparición de un compañero del náufrago que se llamaba Jaime Manjarrés y que aparecía sonriente señalando la dirección del puerto. Al principio fue un sueño, pero aún despierto lo seguía viendo. Al fin decidió hablarle porque él sentía que ha estado en todo momento en la balsa, y Jaime Manjarrés le preguntó por qué no había bebido agua, ni tomado suficientes alimentos. Luego estuvo en silencio y le siguió señalando la localización de Cartagena que correspondía con el amanecer del Sol, aunque Jaime Manjarrés creía que señalaba las luces del puerto. Alejandro Velasco no se preguntaba acerca de la realidad natural de la aparición de su compañero marinero.
Capítulo 6
Un barco a la vista y una isla de caníbales
Alejandro Velasco llevaba la cuenta de los días que llevaba en la balsa, marcándolos en ella. Lo que se equivocó con la recapitulación de los días y dejó de hacer las marcas pertinentes en la balsa. Seguía sin comer ni beber, le costaba respirar y su piel estaba llenas de ampollas por el Sol. Decidió beber algo de agua del mar para refrescar su garganta, pero teniendo en cuenta las explicaciones de un instructor. Como es habitual los tiburones aparecieron a las cinco de la tarde atraídos por el color blanco de la balsa.
¡Barco a la vista!
Jaime Manjarrés le visitó de nuevo otra noche más, y volvieron a conversar. Alejandro Velasco vió aparecer un barco que se movía lentamente gracias a sus luces. Estaba agotado y había brisa en su contra que le impedía acercarse más a pesar de sus esfuerzos por remar. Desolado en el mar, comenzó a gritar, pero el barco desapareció. En la mañana de su quinto día, trató de desviar la dirección de su balsa porque temía llegar a una isla habitada por caníbales, ya que había leído un libro que consistía en que un náufrago se desvió hacia una isla de caníbales, en ella que fue matado y devorado. En ese caso el agua resultaba ser más segura que la tierra. Al mediodía trató de incorporarse para probar sus fuerzas, pero sólo sintió que ese era el momento que, según sus instructores, el cuerpo no se siente, no se piensa en nada y había que amarrarse a la balsa, pero Alejandro Velasco no se rindió porque creía que tenía posibilidades de seguir viviendo, y al amarrarse a la balsa lo único que se hace es morir. Aunque tenía hambre, sed y el dolor de sus rodillas mantenía la esperanza de sobrevivir y se veía refrescado al sumergir su cabeza durante un rato en el mar.
Siete gaviotas
Los peces golpeaban la balsa y el náufrago experimentó verdadera desesperación. Aparecieron siete gaviotas, esperanza de que la tierra estaba cerca, a dos días aproximadamente. Una pequeña gaviota permaneció al borde de la balsa y Alejandro Velasco esperó pacientemente e inmóvil a que ésta se acercara más para apresarla y comerla. Sintió una alegría al verlas.
Capítulo 7
Los desesperados recursos de un hambriento
Alejandro Velasco había escuchado del jefe de armas del barco que no debían matar a las gaviotas porque no es digno de un marinero, pero el hambre superaba sus principios y cuando la gaviota se acercó más, de un tirón la capturó y le rompió el cuello, pero al verle las vísceras, sentir su sangre caliente y la imposibilidad de desplumarla, sólo sintió repugnancia y no pudo comerla. Tampoco podía utilizar la gaviota como carnada porque no tenía nada con qué pescar, ya que no podía encontrar una manera de conseguir un instrumento o una herramienta para pescar con las cosas que tenía. Tiró los restos de la gaviota al mar, y los peces y los tiburones se disputaron sus restos. Aquella era su sexta noche y por primera vez salía la luna que iluminaba el mar con un aspecto espectral. Esa noche, su compañero no lo visitó y cada vez que perdía la esperanza el reflejo de la luz le figuraba un barco que podía rescatarlo en cada ola, y el mar estaba picado.
Yo era un muerto
El sexto día no recordaba lo que había ocurrido, pues se sentía entre la vida y la muerte. Hizo un enorme esfuerzo para amarrarse a la balsa para no morir devorado por los tiburones, ya que no quería verse en la situación de un hombre al ser devorado por los tiburones, que había observado en la costa de la playa. Sus mandíbulas le dolían por falta de uso y recordó que llevaba consigo las dos tarjetas del almacén  y optó por mascarlas, lo cual resultó un gran alivio. Debido a que sentía la garganta estragada y el dolor en las mandíbulas, endurecidas por la falta de ejercicio. Tras ello resurgió de nuevo la esperanza de vivir, y desapareció el pensamiento de desesperación del náufrago que pensaba que no iba a ser destrozado por los tiburones.
¿A qué saben los zapatos?
El alivio que experimentó con las tarjetas me agudizó la imaginación para seguir buscando cosas de comer, y el deseo por seguir mascando lo hizo masticar inútilmente sus zapatos de caucho, en los que intentaba arrancar la suela, su cinturón e incluso intentó utilizar su ropa, y llegó a quedarse en pantaloncillos. La séptima noche consiguió dormir y a veces se despertaba por el golpe de las olas, pero pronto reconciliaba el sueño. Cuando se despertó vio a las siete gaviotas  que había visto durante tres días, eran las mismas todos los días, perdidas en el mar lo que significaba que cada vez su balsa se encontraba a mayor distancia de la tierra porque ya no le indicaba la dirección del puerto.
Capítulo 8
Mi lucha con los tiburones por un pescado
Después de siete días de estar a la deriva, dejó de seguir luchando y ahora veía el mar, el cielo, los peces que escoltaban la balsa, de manera distinta, pues si había logrado sobrevivir hasta ahora, ellos se convertían en sus compañeros. Con las manos trató de capturar unos peces, pero éstos escapaban dejándole mordidas en los dedos. Debido a la sangre de Alejandro Velasco rondaban los tiburones alocados alrededor de la balsa.
¡Un tiburón en la balsa!
El alboroto era tal, que sin quererlo, un pez de metro y medio saltó a la balsa. La situación era peligrosa pues si perdía el equilibrio la balsa se podía voltear entre los tiburones o bien, la presa podía escapar. El náufrago se encontraba en una situación de vida o muerte. Con un remo, golpeó al pez y la sangre de éste alocó aún más a los tiburones, así que tomó entre sus piernas el pescado y mientras lavaba la sangre de la balsa, los tiburones se fueron calmando. Era un pez verde metálico con escamas fuertes que le hicieron creer que era venenoso.
Mi pobre cuerpo
El hambre hizo olvidar su suposición, que consistía en que el pez que tenía era venenoso, y tras un par de bocados, logró calmar su hambre y recobró energía. Aunque no le gustaba el sabor que tenía un pez vivo se lo comió por necesidad de comer algo que no había tomado bocado durante su travesía que desde el momento estaba durando 7 días. Decidió envolver al pez en su camisa y en un descuido al enjuagarlo, lo perdió en una batalla contra un tiburón. Estaba tan rabioso de haber perdido su única comida en muchos días, que golpeó al tiburón con el remo, pero el tiburón de una mordida lo partió en dos.
Capítulo 9
Comienza a cambiar el color del agua
Ahora sólo le quedaban 2 remos útiles, y sabía que si continuaba peleando contra el tiburón, los perdería la batalla, así que le surgió su instinto de conservación. El cielo daba indicios de lluvia, así que se quitó los zapatos para recoger agua del mar. De pronto apareció un aire frío y una enorme ola volteó la balsa, que le recordó a la ola que lo arrojó del barco. Por unos instantes perdió la balsa, pero la recuperó. Se encontró desorientado al caerse o al ser arrojado en el mar y alcanzó la balsa en dos brazadas que para el náufrago fueron dos segundos muy eternos. Durante esto recordó a su amigo del barco que el primer día del naufragio se encontraba en una situación parecida o similar.
Mi buena estrella
Optó por amarrarse a la balsa para no volver a perderla tras el fuerte oleaje. Afortunadamente eran las 12 de la noche y no habían tiburones. Otra ola volvió a voltear nuevamente la balsa y esta vez, amarrado a ella con la hebilla del cinturón, le costó trabajo aflojarse la hebilla del cinturón y aguantar la respiración. Estaba agotado y había tragado mucho agua, y la principal preocupación era mantener la balsa estable.
El sol del amanecer
El mar permaneció picado hasta el amanecer y no cayó la lluvia esperada. El náufrago volvió a tomar agua del mar, la cual le hacía bien a su estado físico y al estado de su garganta. Una gaviota negra y vieja sobrevoló encima de su balsa, entonces comprendió que estaba cerca de tierra, ya que no eran gaviotas extraviadas como las que había visto en repetidas ocasiones durante su travesía. Lo que hizo que tuviera fuerzas para resistir vivo en la balsa. El mar apareció un cambio de color de la superficie del mar del verde al azul  y pensó que debía permanecer la noche en vela, también por la abundancia de gaviotas y por el cambio de densidad del agua del mar, lo que hizo que se encontraría listo para observar las luces de la costa. Mientras escrutaba el horizonte, pensó en su novia. Era su octavo día y ese mismo día su novia asistía a una misa por el descanso de su alma en la ciudad de Mobile. Quizá fueron las gaviotas y la misa lo que lograron darle un poco de paz y esperanza.
Impresiones

Me parece alucinante lo que le sucede al náufrago durante la travesía, ya que me lo he imaginado durante muchas veces cuando me planteo si fuera un náufrago y me encontrase solo en la mar. El vocabulario que emplea el autor del libro es común, me refiero a esto que no es ni muy técnico ni muy vulgar, se encuentran en un término medio entre estos dos aspectos. Durante estas otras 20 páginas no sé lo que sucederá después de éstas, espero que cuenten las últimas 20 páginas del libro grandes historias como las ya contadas del naufragio. El transcurso de la historia se me ha pasado un poco larga y extensa que expresa un poco de aburrimiento, que se ve disminuido por la cantidad de sucesos que le ocurren al náufrago. Estoy emocionado e intrigado por saber lo que ocurrirá en las últimas 20 páginas, dentro de nada encontraréis en el blog las últimas partes de este gran libro de texto. También siento un ansía de terminar de una vez el libro, aunque está muy pero que muy bien.

*Cada capítulo de este libro  posee dentro de sí apartados que narran la historia de Alejandro Velasco durante su naufragio.

viernes, 15 de noviembre de 2013

¡Mis primeras 20 páginas!

Introducción
En las primeras páginas de este libro Gabriel García Márquez explica el sentido con el que ha escrito esta obra, que está basada en el naufragio de un barco que quedó a la deriva en Colombia. Tras este suceso apareció un sobreviviente que fue respaldado por el Gobierno que en aquella época era una dictadura. El gobierno puso al sobreviviente del naufragio como un héroe. Éste contó sus experiencias durante su viaje, de las cuales se aprovechaba el gobierno y él al publicar sus experiencias en el periódico. Todo se derrumbó debido a que la reconstrucción de los hechos y de las pruebas necesarias para reconstruir el momento afirmaba que el barco llevaba mercancías de contrabando y la sociedad colombiana al darse cuenta pues dejó de leer sus relatos. Gabriel García Márquez tras haberse informado y leído esta historia pues se decidió a escribirla.
Capítulo 1
Cómo eran mis compañeros muertos en el mar
El marinero que sobrevivió a la tragedia cuenta en este apartado lo que había sucedido y lo que sucedía en Mobile en Estados Unidos, que era la ciudad en la que la mayoría de sus compañeros marineros vivían cuando no estaban en la mar y donde estaban sus familias. Esta ciudad era el lugar desde donde se arrancó para realizar la travesía hasta el Puerto de Cartagena en Colombia. La víctima que sobrevivió al naufragio en esta ciudad se dedicaba a ver películas en el cine con su novia, y una vez vio una cuyo argumento se basaba en una tempestad, película recomendada por un amigo. Luis Alejandro Velasco (superviviente del naufragio) se asustó y tenía miedo de embarcarse hacia Colombia, aunque él no era el único de los marineros que era o presentía su última embarcación. Éste tras ver la película notó como si le pasara en la realidad y al fin de al cabo predijo sin enterarse la tempestad.
Los invitados de la muerte
En esta parte del capítulo 1 Alejandro Velasco conversa con los tripulantes del barco sobre sus planes cuando acaben de embarcarse en la mar y sobre lo que estaban haciendo y cómo estaban en ese momento en el que ya habían zarpado desde Mobile. En este momento estaban cruzando el golfo de México.
Capítulo 2
Mis últimos minutos a bordo del “barco lobo”
Se encontraban ya en el mar del Caribe, el 26 de febrero. Durante esta fase se inició el fuerte oleaje lo que hizo que parte de la tripulación se encontrara mal.  El único sobreviviente a la travesía le preguntó a un marinero que tenía experiencia en barcos el estado del barco y dijo que aguantaría el fuerte oleaje que estaba sucediendo. A Alejandro Velasco en ese momento le vino a la mente la película que vio con su novia.
Empieza el baile
El 27 de febrero, a la medianoche, los tripulantes recibieron la orden de pasarse al lado de babor para hacer contrapeso y estabilizar la embarcación. En este día continuaba e iba aumentando el nivel del oleaje, es decir, que empeoraba el estado de la mar para el barco. Algunos tripulantes del barco seguían con sus mareos y era imposible descansar por el movimiento del barco.
Un minuto de silencio
Por la noche, el buque se estaba escorando más hacia el mar, es decir, se estaba hundiendo poco a poco. Hasta que les llegó la orden de ponerse el salvavidas por lo que estaba pasando, ya que en cualquier momento puede envestirle al barco una ola y hundirlo. Esto fue lo que sucedió, debido a ello los tripulantes del barco fueron arrojados al mar. Alejandro Velasco siguió sin descanso de nadar para salir de la superficie para sobrevivir. Al estar en la superficie vio como el barco aparecía en la deriva y como si fuese un submarino.
Capítulo 3
Viendo, ahogarse a cuatro de mis compañeros
Tras pasar unos minutos de estar en el mar al ser arrojado por una ola, Alejandro Velasco escucho a sus compañeros a su lejanía porque él se encontraba lejos de ellos y del barco. El superviviente de la tragedia se agarró a las cajas que arrojó las olas hacia el mar, hasta que después de unos minutos alcanzó una balsa. En ella empezó a navegar para encontrar a sus compañeros que hacían señales como gritar o levantar la mano. Alejandro Velasco intenta acercarse a ellos pero le cuesta ya que navegaba en contra de la dirección de la brisa.
¡Sólo  tres metros!
Alejandro Velasco que se encontraba en la balsa no sabía por cuál de sus compañeros empezar a salvar. Él intentaba alcanzarlos pero se veía reducido porque la balsa navegaba dirigida por la dirección de la brisa, y él era incapaz de desplazarse mucho más de lo que podía por ello y por la longitud de la balsa. Al intentar alcanzarles numerosas veces se veía más desplazado de ellos y por lo tanto desaparecían en el mar por las olas. Creía que seguían vivos ya que en el barco se encontraban 6 balsas y era posible que cogieran alguna como él. Al aparecer en la deriva el mástil del barco creyó que en cualquier momento podían venir a rescatarle.
Solo
Alejandro Velasco se encontraba en la deriva y creía que le iban a rescatar en unas 2 o 3 horas aproximadamente. Anterior a esto, calculó el tiempo en el que sucedió la tragedia y resultaron ser 10 minutos. Decidió realizar un inventario de lo que tenía a bordo de la balsa, y se dio cuenta de una herida que le causó la caída sobre el mar al chocar contra el barco con forma de medialuna que se le había cicatrizado un poco.
Capítulo 4
Mi primera noche solo en el Caribe
Durante la noche, la brisa se calmó y Alejandro Velasco pensó en que vendrían a buscarle helicópteros. No sabía la dirección en la que navega y dedujo que iba hacia el interior del Caribe. Aún recuerda las voces de su compañero Luis, cuando él se encontraba nadando.
La gran noche
Alejandro Velasco se sintió inquieto porque se encontraba solo en la noche y los helicópteros no llegaban. Se sentía agobiado porque cada dos por tres miraba la hora del reloj, minuto a minuto. Aunque estaba sólo tuvo esperanza y fuerza de voluntad porque recordó un pasado muy bueno en el puerto con sus amigos al haber visto a la Osa Menor, que es la estrella que se sitúa en el norte geográfico.
Luz de cada día
Amaneció el día y se encontraba cansado porque no había dormido. Comenzó a reconstruir lo sucedido, y pensó que debería haber estado en la litera y ahora hubiera estado en Cartagena con ellos haciendo lo que quisieran. Pensó que su posición cuando ocurrió la tragedia no era la mejor y pensó que todo era culpa de la mala suerte.
Un punto negro en el horizonte

Al mediodía recordó Cartagena y pensó que sus compañeros habrían sido rescatados. De pronto vio un punto negro en el horizonte que se acercaba con gran rapidez hacia la balsa y  Alejandro se quitó la camisa para atraer su atención e intentar que lo rescatasen.

Impresiones
Este libro me ha empezado a gustar a partir de donde Alejandro Velasco se queda solo a la deriva en su balsa, y eso incita al lector, al menos a mí, a seguir leyendo este fantástico libro para saber que piensa en cada  momento o lo que le ocurre durante su travesía en el mar desamparado y solitario. El transcurso de la historia a empezado ser creciente, es decir , de más lento contando minuto a minuto la historia a pasar a contarla de forma más rápida de horas en hora. No hay nada más que decir acerca de las primeras 21 páginas de este libro porque aún me estoy adentrando en el interior del libro y queda mucha historia por narrar.

*Cada capítulo de este libro  posee dentro de sí apartados que narran la historia de Alejandro Velasco durante su naufragio.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Presentación

Hola a tod@s, me llamo Daniel Laureano Cerviño Cortínez y soy estudiante de 1ª de bachillerato en el IES Pablo Montesino, que durante este blog realizaré un trabajo sobre el libro:Relato de un Náufrago. En el blog ofreceré mis impresiones y los argumentos acerca de él. 
                                   
                                                                                                                                    Gracias Blogger@s.